Reset
- ¿Entonces Sergio?- Me preguntó como invitándome a sacar conclusiones de la charla que hasta allí habíamos mantenido.
- Entonces…Creo que los hombres deberíamos tener un botón de reset como las computadoras. El pasado se almacena en archivos de forma caótica, a veces corrompe el presente y lo vuelve inestable. Mejor dicho nos vuelve inestables.
Es probable que Dios luego de amasar el barro, darnos forma e insuflarnos su aliento de vida, haya quedado tan sorprendido con la complejidad de su creación que no reparó en la necesidad de un reset, ni siquiera nos brindó una única chance de restauración a un estado anterior de equilibrio…de paz.
Nosotros, simple mortales, concientes de nuestra indisimulable imperfección dotamos a nuestras propias creaciones con un simple botón capaz de reiniciar cualquier proceso de la manera más eficiente.
Entonces ante la ausencia de tamaño salvavidas, el pasado condiciona el presente. Es más, todo nuestro pasado es el presente aunque se quiera olvidarlo, esconderlo en la papelera de reciclaje no sirve, es parte constitutiva de nuestro ser. Por eso nunca regresamos al pasado. Dios se olvidó de darnos la posibilidad de resetearnos, de volver el registro atrás…Así que es inútil fingir que los archivos corruptos no existen, que no condicionan el presente por más lejos que se avance en el tiempo. Y cuando tanta corrupción desestabiliza el presente hay que enfrentarse con lo peor de nosotros, reparar cada línea que trace una deuda con nuestra propia historia. Bits por bits, todos son responsables, restaurando el equilibrio.
Tal vez si Dios nos hubiese dotado de tan sencilla pero útil herramienta nos habría salvado de tener que enfrentarnos a nuestras propias miserias, pero no…Dios no cree en soluciones fáciles ni mágicas.
Reparar el pasado no es volver atrás. Reparar el pasado es devolverle el equilibrio y la paz al presente…
Por eso ni olvido ni perdón.